Un período presidencial es como un playoff al mejor de 4, donde ganar 2 está bien, ganar 3 es la gloria. Pero hay un problema de timing: para darse por triunfador hay que imponerse en el último match, si no, el resto no sirve. Javier Milei, alias el “liberal libertario”, “el león”, el “gatito mimoso”, “pobre jamoncito”, está logrando salir victorioso del primer juego, lo cual le abre buenas probabilidades de ganar también el segundo. Después de la experiencia Macri, los otros dos se verán.
La pregunta que muchos y muchas se harán es ¿qué es salir victorioso? Eso siempre depende del contexto. En este caso, teniendo en cuenta que es el gobierno con mayor debilidad de origen desde 1983, las cuentas políticas y económicas le dan positivo. Controla la agenda, tiene un nivel aceptable de aprobación en la sociedad –para nosotros es un punto de equilibrio entre positivo y negativo, no con superávit-, los factores de poder lo alaban, los medios son cuidadosos, y la política y los sindicatos lo respetan, pese al costo social que está significando el ajuste mayúsculo. No es menor. Ya nadie piensa que está loco, ni que es un improvisado, ni que le va a estallar la situación en las manos.
Definitivamente, la mayoría social le tuvo más paciencia de la imaginada. Ya lo dijimos en esta columna hace bastante: durante todo el proceso electoral de 2023 la mayoría del electorado sostenía tres opiniones: 1) la crisis argentina venía de largo plazo; 2) no importaba quién ganase, iba a tener que tomar medidas desagradables; y 3) los resultados iban a tardar en llegar. Con esos tres elementos en la mano, era esperable que la paciencia social fuera laxa. A eso contribuyeron tres factores adicionales: a) el país viene de tres gobiernos con balance negativo que defraudaron muchas expectativas; b) al decidir la mayoría votar a alguien sin experiencia política, la tolerancia iba a ser más extensa; y c) enfrente no hubo alternativa sólida que dijese cómo se salía de la crisis de otra forma. Clinc, caja.
Después se podrá discutir su estilo confrontativo, sus dichos soeces, si es temerario, si tiene una política exterior irresponsable, que se recibió de pragmático demasiado rápido, que es populista, que tiene un modo autoritario y poco republicano, que no respeta la libertad de expresión, que pierde mucho tiempo en las redes, si tienen sentido las batallas culturales, etc., etc. Pero como diría El General, la única verdad es la realidad… que la mayoría de los sectores sociales quiere creer.
Siempre y cuando no pase nada raro –que en este mundo veloz, convulsionado, líquido y con Trump a la cabeza, nunca se sabe-, la mayoría cree que el presidente ganará las elecciones de medio término, sin entrar en detalles (por ejemplo, qué pasará en la inefable provincia de Buenos Aires, o si hará o no alianza con el PRO y con los gobernadores del ex-JxC). Si la inflación del año que viene es menor a la de 2024 y si en el segundo trimestre de 2025 los salarios empiezan a recuperarse por encima del nivel de noviembre de 2023, cuando se vote en octubre del año que viene los argentinos y argentinas seremos felices y comeremos bife de chorizo (un poco más caro).
Este “cumpleaños feliz” para el presidente va de la mano con los pasos del minué que está bailando con “la jefa”. Tal como lo describimos la semana pasada, la primera carta la bajó Cris al sumar la firma de la senadora Corpacci a favor de Lijo (pero no de García Mansilla). Luego el Gobierno correspondió haciéndose el “fesa” (palabra que mucha gente tuvo que googlear) con ficha limpia. Y esta semana el cristi-kirchnerismo correspondió avalando –en los hechos- la presidencia de Diputados a Martín Menem. El oficialismo no incluye la ley “proscriptora” en extraordinarias, pero quiere bajar las PASO, en donde está de acuerdo UP. Como corolario, Cristina le tira un centro al Javo diciendo que hay que reformar la Constitución, sacando la elección de medio término y reformando el Poder Judicial. Confirmado: ambos se “sacaron la ficha”, en un diálogo de puro poder.
Pasada la indignación del PRO con la caída de la sesión por ficha limpia, muchos se preguntan por qué se ausentaron tantos diputados de LLA, pudiendo haber hecho una pantomima menos llamativa. ¿Será que se prefiere mostrar la crueldad con su aliado favorito en su máxima expresión para infundir miedo, como aconseja Maquiavelo? Pero ¿qué pasa cuando se genera odio? ¿Qué debe sentir hoy Macri respecto a Milei? ¿Ha hecho el papel de preservativo, generando al mismo tiempo un reclamo de su propia tropa y del primo Jorge?
En el “toma y daca” –que el presidente decía que odiaba-, es interesante ver qué gobernadores han hecho un mejor negocio con la gestión libertaria. Los más beneficiados por obras públicas en función de lo previamente pautado han sido Córdoba, CABA, San Luis, Corrientes y Formosa. Es decir, cuatro cercanos y uno supuestamente lejano. Entre las más relegadas están Mendoza, San Juan, Entre Ríos y Chaco, pese a la buena letra que han hecho esos mandatarios ex-JxC en el Congreso. ¿Podría ser un anticipo de dónde están progresando mejor las conversaciones para la conformación de acuerdos electorales para 2025?
Ciertas indefiniciones a nivel nacional -¿se suspenden o no las PASO?- y las pujas entre La Cámpora y Kicillof, ponen en ascuas a todo el tablero bonaerense, porque a partir de eso se desprenden muchas cosas. Entre otras, las decisiones de la relación entre Macri y Milei. Por lo pronto, hay un par de puntos que no están sobre la superficie, pero que son relevantes: 1) existe coincidencia en que Axel ha sobrellevado la situación financiera de la PBA bastante bien dentro del shock general; y 2) el ministro de Seguridad provincial dijo que está trabajando coordinadamente con la Nación. ¿Será que el gobernador es otro que no come vidrio y prefiere no comprarse un problema extra con una de sus espadas de Damocles?
La torta está lista y se van sirviendo las copas de champagne para festejar el primer año de gestión. Lo que no se sabe es si de adentro de la torta emergerá Marilyn Monroe.
Compartir